Madrid, 3 de Junio de
2013.
Escuela TAI, 18-20
horas
Esta
tarde he tenido la oportunidad de conocer el trabajo del fotógrafo Pierre
Gonnord. Recordaba sus retratos en una exposición en el Patio Herreriano de
Valladolid y puedo rememorar las sensaciones que me produjo su fotografía,
concretamente la mirada del retratado. En aquel momento, no sabía nada sobre
quién era Pierre Gonnord pero intuía que para conseguir esa mirada aquel
fotógrafo que estaba detrás de la cámara era un buen observador y sabía
provocar preguntas al espectador con una sola imagen. De hecho, rebuscando en
mi baúl de imágenes todavía la conservo, está aquí.
Fig.1 Foto móvil de un retrato de Pierre Gonnord. Museo Patio Herreriano Valladolid. |
Sin
duda, su relato de hoy me hace ver que estamos con un antropólogo visual de la
mirada. Todas sus fotografías parecen sacadas de su álbum de fotografía
familiar porque mientras enseña sus fotos cuenta historias, experiencias
compartidas con cada una de esas personas que revelan al mismo tiempo su vida
en fotos. Su fotografía es también un
recorrido biográfico donde se desnuda ante quien le escucha. Sinceramente me pregunto donde y cuando sería
posible conseguir todas esas historias que cuenta.
Humilde
y honesto habla de la fotografía como de un proyecto de vida que siente y
desea. En su trabajo podemos ver como el espacio y el tiempo son constantes
presentes. El tiempo porque no mide los minutos con un reloj sino con las
pulsaciones de la gente, la empatía, las relaciones que son las que van
acortando la distancia entre aquel que desea retratar y él mismo. Este es el
tiempo que Gonnard necesita para tomar una fotografía.
Cuando
describe sus fotografías habla de las casas de la gente porque es ahí donde
prepara un fondo oscuro y un foco para fotografiarles. Y es que cuando alguien
desconocido te abre su casa es cuando ya no existe distancia entre el que
fotografía y el fotografiado y es entonces cuando surge el tiempo se detiene y
aparece esa mirada.
Gonnord
habla de ese acto fotográfico como un ritual construido por ambos y es que en
ese espacio de tiempo en el que fotografía, se construye el retrato de un
tercero que no es realmente ninguno de los que están ahí y sí lo es para ser
visto finalmente por un cuarto, el espectador.
Sus
fotografías comienzan sin cámara porque para fotografiar hacer falta antes
tiempo para mirar. Todo ese tiempo discurre lento y paciente para comprender lo
que sucede con esas personas a quienes fotografiará, cómo son sus vidas, su
cotidianeidad. De este modo, les conoce hasta el punto de introducirse en sus
vidas, convivir con ellas para llegar a sentir lo que ellos sienten. Esto
muestra un grado de sensibilidad que se hace patente en la fotografía.
Gonnord
no deja de nombrar a los gitanos desde Sevilla a Portugal, enamorado de los
gitanos de Koudelka. Los gitanos, los pescadores, los mineros son colectivos
que viven en mundo anacrónico y que quizás tenga más sentido del que vivimos. Su
fotografía tiene mucho que ver con esos rostros invisibles con los que todos posiblemente
nos encontramos en nuestro camino pero que olvidamos ver. Sin duda su fotografía
es un ejercicio para mirar a los ojos y desde luego para mirar sin cámara.
Fig. 2. Foto móvil sesión abierta de Pierre Gonnord |
Termino con una fotografía que Gonnord nos ha mostrado en varias ocasiones y que he podido fotografiar con el móvil. Una imagen que no tiene que ver con lo que conocemos de su trabajo y al mismo tiempo sí lo tiene. Es un paisaje sugerente y explosivo, parecido según decía a imágenes de un salvapantallas. Sin embargo, parece que se trata de una fotografía con muchos imágenes detrás ya que cuando lo observas te despierta porque algo ocurre detrás que no vemos pero que nos invitar a imaginar otras imágenes.