miércoles, 5 de junio de 2013

Las miradas de Pierre Gonnord


Madrid, 3 de Junio de 2013.
Escuela TAI, 18-20 horas

Esta tarde he tenido la oportunidad de conocer el trabajo del fotógrafo Pierre Gonnord. Recordaba sus retratos en una exposición en el Patio Herreriano de Valladolid y puedo rememorar las sensaciones que me produjo su fotografía, concretamente la mirada del retratado. En aquel momento, no sabía nada sobre quién era Pierre Gonnord pero intuía que para conseguir esa mirada aquel fotógrafo que estaba detrás de la cámara era un buen observador y sabía provocar preguntas al espectador con una sola imagen. De hecho, rebuscando en mi baúl de imágenes todavía la conservo, está aquí.

Fig.1 Foto móvil de un retrato de Pierre Gonnord.
Museo Patio Herreriano Valladolid.

Sin duda, su relato de hoy me hace ver que estamos con un antropólogo visual de la mirada. Todas sus fotografías parecen sacadas de su álbum de fotografía familiar porque mientras enseña sus fotos cuenta historias, experiencias compartidas con cada una de esas personas que revelan al mismo tiempo su vida en fotos.  Su fotografía es también un recorrido biográfico donde se desnuda ante quien le escucha.  Sinceramente me pregunto donde y cuando sería posible conseguir todas esas historias que cuenta.

Humilde y honesto habla de la fotografía como de un proyecto de vida que siente y desea. En su trabajo podemos ver como el espacio y el tiempo son constantes presentes. El tiempo porque no mide los minutos con un reloj sino con las pulsaciones de la gente, la empatía, las relaciones que son las que van acortando la distancia entre aquel que desea retratar y él mismo. Este es el tiempo que Gonnard necesita para tomar una fotografía.

Cuando describe sus fotografías habla de las casas de la gente porque es ahí donde prepara un fondo oscuro y un foco para fotografiarles. Y es que cuando alguien desconocido te abre su casa es cuando ya no existe distancia entre el que fotografía y el fotografiado y es entonces cuando surge el tiempo se detiene y aparece esa mirada.

Gonnord habla de ese acto fotográfico como un ritual construido por ambos y es que en ese espacio de tiempo en el que fotografía, se construye el retrato de un tercero que no es realmente ninguno de los que están ahí y sí lo es para ser visto finalmente por un cuarto, el espectador.

Sus fotografías comienzan sin cámara porque para fotografiar hacer falta antes tiempo para mirar. Todo ese tiempo discurre lento y paciente para comprender lo que sucede con esas personas a quienes fotografiará, cómo son sus vidas, su cotidianeidad. De este modo, les conoce hasta el punto de introducirse en sus vidas, convivir con ellas para llegar a sentir lo que ellos sienten. Esto muestra un grado de sensibilidad que se hace patente en la fotografía.

Gonnord no deja de nombrar a los gitanos desde Sevilla a Portugal, enamorado de los gitanos de Koudelka. Los gitanos, los pescadores, los mineros son colectivos que viven en mundo anacrónico y que quizás tenga más sentido del que vivimos. Su fotografía tiene mucho que ver con esos rostros invisibles con los que todos posiblemente nos encontramos en nuestro camino pero que olvidamos ver. Sin duda su fotografía es un ejercicio para mirar a los ojos y desde luego para mirar sin cámara.

Fig. 2. Foto móvil sesión abierta
de Pierre Gonnord


Termino con una fotografía que Gonnord nos ha mostrado en varias ocasiones y que he podido fotografiar con el móvil. Una imagen que no tiene que ver con lo que conocemos de su trabajo y al mismo tiempo sí lo tiene. Es un paisaje sugerente y explosivo, parecido según decía a imágenes de un salvapantallas. Sin embargo, parece que se trata de una fotografía con muchos imágenes detrás ya que cuando lo observas te despierta porque algo ocurre detrás que no vemos pero que nos invitar a imaginar otras imágenes.




Fig.3. Foto móvil sesión  abierta
de Pierre Gonnord



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